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2 de marzo de 2016

Una provincia argentina en el ranking mundial de desmontes

En las últimas décadas allí se perdieron 4 millones de hectáreas de bosques nativos, a tasas superiores a las del resto del planeta. Un informe de la FAUBA pide aumentar los esfuerzos en la aplicación de la Ley de Bosques.
A partir de la sanción de la Ley Provincial de Bosques, se redujeron la superficie y las tasas de deforestación en Santiago del Estero. Sin embargo, se permitió desmontar en zonas de categoría II (amarillo) que la legislación nacional no admite.
POR: JUAN MANUEL REPETTO 
(SLT-FAUBA) La expansión de la frontera agrícola aceleró la deforestación en la ecorregión del Chaco semiárido, que representa la segunda cobertura boscosa más grande y continua de Sudamérica después del Amazonas, hasta alcanzar un record poco feliz: la mayor tasa de desaparición de bosques nativos de todo el mundo. En este contexto, un estudio elaborado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) advierte sobre los desmontes y la aplicación de la Ley de Bosques en Santiago del Estero, la provincia argentina con mayor superficie perteneciente al Chaco semiárido y una de las más perjudicadas por este proceso.

“Durante el período 2000-2012 la tasa de transformación relativa de bosques nativos por cultivos de grano en Santiago del Estero fue mayor a la producida en la ecorregión entera, en Sudamérica e incluso en el mundo. Esto implica que si la dinámica de la deforestación en el mundo se comportara como en Santiago del Estero, la tasa de deforestación sería entre 12 y 17 veces más alta”, advierte el informe elaborado por Gonzalo Camba, técnico del Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección (LART) de la FAUBA, quién investigó el caso en su tesis para recibirse de Licenciado en Ciencias Ambientales.
La conversión de superficies de cobertura original del suelo (bosques y pastizales) en áreas de cultivos agrícolas y pasturas, principalmente soja, disminuyó la provisión de servicios ecosistémicos como la regulación hídrica, el secuestro de carbono y la conservación de la biodiversidad.

En total, se calcula que en Santiago del Estero se desmontaron 4 millones de hectáreas entre 1976 y 2012. La tendencia se aceleró en la última década, puesto que el 50% de esa superficie (2 millones de hectáreas) se desmontó entre 2000 y 2012.

“La importante proporción de territorio que representa Santiago del Estero dentro del Chaco semiárido, sus características socioeconómicas, los conflictos territoriales existentes y las particularidades de su legislación en lo que refiere a la conservación de sus bosques, hacen necesario un análisis exhaustivo de los procesos de deforestación y su relación con la Ley de bosques, particularmente sobre su cumplimiento”, detalla el trabajo de la FAUBA, dirigido por el investigador José Paruelo en base a sistemas de información geográfica (SIG).

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en Sudamérica se perdieron unas 40 millones de hectáreas de bosques nativos durante la primera década del siglo XXI. Los cambios en la región ocurrieron principalmente sobre El Cerrado (Brasil), la selva de Chiquitanos (Bolivia) y el Gran Chaco Americano (que comparten Argentina, Bolivia y Paraguay) y fueron equivalentes al 76% de los desmontes que se produjeron en todo el planeta.

Lo cierto es que hacia 2012 cerca del 20% de la superficie del Gran Chaco Americano se transformó para dar lugar a la agricultura. Según el estudio de Camba, cuyo grupo de estudio de la FAUBA viene trabajando desde hace años en la temática, de aquí en adelante se espera que este proceso se intensifique, poniendo en jaque la estabilidad de los ecosistemas y afectando la provisión de servicios ecosistémicos de los cuales la sociedad obtiene beneficios clave para su bienestar.

Se estima que con tasas similares a las actuales, tomará entre 30 y 100 años para que se invierta el paisaje. O sea, que los cultivos reemplacen por completo las coberturas naturales, compuesta por bosques y pastizales. Por esta razón, desde la FAUBA piden aumentar los esfuerzos en la aplicación de la Ley de Bosques.

Ordenamiento desordenado
El análisis de la información satelital estableció que entre 2000 y 2012, en Santiago del Estero se desmontaron aproximadamente 2 millones de hectáreas.

En 2007 se sancionó la Ley de presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos (Ley Nacional N° 26.331), a partir de cual le tocaba a cada provincia elaborar su propio ordenamiento territorial, caracterizando sus bosques nativos en zonas de alto, mediano y bajo valor de conservación.

Según los investigadores de la FAUBA, la categorización de bosques elaborada por las provincias del noroeste argentino habría resultado inconsistente, debido a que la información ambiental utilizada fue pobre y escasa. Además, las provincias del NOA interpretaron de forma diferente los criterios de sustentabilidad y zonificaron sus bosques de manera dispar. Por ejemplo, se asignaron categorías distintas a bosques a ambos lados de los límites provinciales, teniendo en cuenta sólo los aspectos políticos y no los ambientales o ecológicos.

Santiago del Estero reglamentó su Ley provincial de bosques en 2008, dividiendo a la provincia en 11 zonas en función de su potencial productivo y de conservación, y determinando las tres categorías de bosques. Al respecto, el informe de la FAUBA sostiene que tampoco en esta normativa existió un criterio de sustentabilidad.

El estudio de la FAUBA reconoce que a partir de la sanción de la Ley Provincial de Bosques, en 2009, se redujeron la superficie y las tasas de deforestación anuales en Santiago del Estero. Sin embargo, asegura que la efectividad de la legislación fue parcial porque se presentaron fuertes irregularidades en la determinación de las zonas de conservación, sobre las cuales no se permite desmontar. En concreto, se permitió deforestar en zonas de categoría II (amarillo) que la legislación nacional no admite.


Consecuencias negativas
La importante proporción de territorio que representa Santiago del Estero dentro del Chaco semiárido, sus características socioeconómicas, los conflictos territoriales existentes y las particularidades de su legislación en lo que refiere a la conservación de sus bosques, hacen necesario un análisis exhaustivo de los procesos de deforestación y su relación con la Ley de Bosques, particularmente sobre su cumplimiento.

La conversión de superficies de cobertura original del suelo (bosques y pastizales) en áreas de cultivos agrícolas y pasturas, principalmente soja, incrementó la producción de servicios ecosistémicos finales (como granos y carne), pero al mismo tiempo disminuyó la provisión de otros servicios como la regulación hídrica, el secuestro de carbono y la conservación de la biodiversidad.

“Cuando la superficie boscosa fue reemplazada por cultivos se evidenciaron cambios en la dinámica de las ganancias de Carbono, provocando una pérdida de capacidad buffer (amortiguación) ante cambios ambientales y un aumento en las emisiones de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. No es un dato menor, puesto que el desmonte sobre bosques chaqueños generó el 75% de las emisiones de Carbono del norte argentino (las Yungas y los bosques del Atlántico representaron el 25% restante).

Asimismo, la disminución en las tasas de evapotranspiración generadas por la conversión de bosques en cultivos anuales incrementó significativamente el drenaje profundo de los suelos provocando una mayor recarga en los acuíferos subterráneos que aumenta el riesgo de salinización superficial (afectando la fertilidad de los suelos y la calidad del agua).

El reemplazo de bosques en la ecorregión también provocó una disminución del contenido de materia orgánica, debido a las diferencias en la cantidad de residuos que se depositan sobre el suelo de un bosque y un cultivo, y desencadenó un proceso de compactación. Además, la pérdida del hábitat impulsada por los cambios en el uso del suelo tiene consecuencias sobre la biodiversidad.

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